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15 septiembre, 2021

La sepsis es un asesino silencioso”, asegura el Dr. Adolfo Savia, Coordinador Médico de Acudir. Y agrega que se trata de “una infección que no puede ser controlada y que, a pesar de ser poco conocida, es una causa fundamental de morbi-mortalidad”.

Los datos lo avalan: Se producen 47 millones de casos y, al menos, 11 millones de muertes cada año. Una de cada 5 personas en todo el mundo muere por causas asociadas a la sepsis. Es la primera causa de muerte en hospitales y la mitad de los pacientes que sobreviven sufren secuelas físicas y psicológicas a largo plazo.

La sepsis es una disfunción orgánica potencialmente mortal causada por una respuesta desregulada del huésped a la infección. Es fundamental reconocer y tratar rápidamente esa infección.

Si la sepsis es tratada dentro de las primeras 4 horas, el paciente tiene 50% de chances de sobrevida. Después de 12 horas, las chances de sobrevida no superan el 15%.

Cualquiera puede tener sepsis, pero hay ciertos grupos de riesgo, como las personas con enfermedades crónicas y/o sistema inmunológico debilitado (SIDA, diabetes), quienes no tienen bazo, los adultos mayores de 60 y los bebés menores de 1 año.

Las causas más comunes de sepsis son:

  • Meningitis
  • Infección de piel y tejidos blandos
  • Infección relacionada a catéter
  • Infección del tracto urinario
  • Neumonía
  • Infección del torrente sanguíneo
  • Infección abdominal (apendicitis, diarrea infecciosa, infecciones de la vesícula)

Las claves para sobrevivir a la sepsis son una consulta rápida que permita reconocerla y administrar precozmente los antibióticos dentro de la primera hora del contacto médico, así como realizar los estudios que sean necesarios y las medidas de resucitación adecuadas”, explica el Dr. Savia.

Algunos síntomas que indican que se podría estar atravesando una sepsis:

  • Escalofríos, dolor muscular y fiebre
  • Orinar poco en el día
  • Piel pálida o moteada
  • Dificultad para respirar
  • Confusión o sensación de que se va a morir

Ante cualquiera de estos síntomas, urge comunicarse con el sistema de salud. El tiempo es clave.

Karina Pontoriero

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2 agosto, 2021

Todos los años, del 1 al 7 de agosto, se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna con el fin de concientizar sobre los beneficios de esta práctica tanto para los bebés como para las madres.  Se ha comprobado que la lactancia materna mejora la supervivencia de los recién nacidos y los ayuda en su desarrollo. La leche materna transmite anticuerpos que aumentan las defensas del bebé y lo protegen contra enfermedades comunes de la primera etapa de vida. Además, la lactancia fortalece el vínculo afectivo entre madre e hijo y contribuye a la seguridad y estabilidad emocional del bebé.

Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan comenzar la lactancia materna dentro de la hora siguiente al nacimiento y mantenerla como alimento exclusivo de los bebés en sus primeros 6 meses de vida. Luego se puede continuar con la lactancia hasta los 2 años y complementar con alimentos adecuados que aporten nutrientes.

Lactancia materna y COVID-19

Según la OMS, no se ha detectado que el COVID-19 se transmita a través de la leche materna ni el amamantamiento, por lo que no existen motivos para evitar o interrumpir la lactancia. Por otra parte, se considera que los beneficios de la lactancia materna superan sustancialmente los posibles riesgos de transmisión y enfermedad asociados a la COVID-19.

De todas formas, para una lactancia segura se recomienda

  • Lavarse las manos con agua y jabón o alcohol al 70% antes de tocar al bebé.
  • Cubrirse la boca y la nariz con el pliegue interno del codo o con un pañuelo y posteriormente lavarse las manos.
  • En caso de ser positivo de COVID, o tener sospechas de serlo, se recomienda utilizar tapaboca o barbijo cuando se está con el bebé, incluso durante el amamantamiento. Vale recordar que los niños menores a dos años no deben usar mascarilla.
  • Si la madre está demasiado enferma para amamantar a su bebé debido al COVID-19 o a otras complicaciones, debería recibir ayuda para utilizar el sacaleches o considerar la opción de utilizar leche materna de donantes. Si nada de esto es posible, se debe recurrir a la lactancia artificial, siempre cuidando que el producto sea seguro y se prepare correctamente.

Por último, es importante destacar que la vacuna contra COVID-19 está recomendada para las personas sanas que están amamantando. Dado que ninguna de las vacunas que se utilizan contienen el virus vivo, no existe riesgo de transmisión, por lo que las madres podrán amamantar apenas vacunadas.

Fuentes:
Organización Panamericana de la Salud
Organización Mundial de la Salud

Karina Pontoriero

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28 julio, 2021

La hepatitis es la inflamación del hígado, un órgano vital ubicado en la parte superior derecha del área del estómago que procesa los nutrientes y ejerce una función desintoxicante. Cuando el hígado está inflamado o dañado, su función puede verse afectada. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 12 personas en el mundo viven con hepatitis B o hepatitis C.

La hepatitis puede ser provocada por células inmunitarias en el cuerpo que atacan el hígado, por infecciones por virus (como las hepatitis A, B o C), por el daño hepático causado por alcohol o tóxicos; o por efecto de los medicamentos. Puede comenzar y mejorar rápidamente, aunque también puede volverse una enfermedad prolongada. En algunos casos, puede llevar a daño hepático, insuficiencia hepática o incluso cáncer de hígado.

La mayoría de las veces las hepatitis no producen síntomas y la enfermedad pasa inadvertida por lo que sólo puede ser diagnosticada por medio de un análisis de sangre.

Por otro lado, si bien existen vacunas para prevenir hepatitis A y B, que forman parte del Calendario Nacional de Vacunación, hay que recordar que no existe la vacuna contra la hepatitis C.

En detalle, en la hepatitis A el virus abandona el organismo a través de las evacuaciones. Si las personas infectadas no se lavan las manos después de usar el baño pueden transportar el virus en las manos y contaminar cualquier cosa que toquen (alimentos, agua y otras personas). La hepatitis A generalmente es de corta duración y no conduce a problemas hepáticos crónicos.

Los síntomas más comunes son: Cansancio, náuseas o vómitos, falta de apetito, fiebre superior a 38°, dolor debajo de las costillas, del lado derecho del área del estómago. También pueden aparecer otros síntomas como orina de color oscuro, evacuaciones de color claro, ictericia y   comezón en la piel.

Como medidas de prevención pueden mencionarse el lavado de manos después de ir al baño, cambiar pañales y tocar basura o ropa sucia; y antes de preparar alimentos y comer; vacunarse contra la hepatitis A, no beber leche no pasteurizada ni consumir alimentos hechos con leche no pasteurizada; lavar bien las frutas y verduras antes de consumirlas; cocinar bien la carne y los mariscos; cocinar los huevos hasta que la yema quede firme; lavarse las manos y utensilios y tablas de cortar si estuvieron en contacto con alimentos crudos.

En la mayoría de los casos de este tipo de hepatitis, la infección desaparece por sí sola y las siguientes medidas pueden hacer que el hígado sane:

-Descansar mucho. Se recomienda que la personas no se reincorpore a las tareas hasta que la fiebre haya desaparecido, haya recuperado el apetito, y la piel y ojos ya no estén amarillos.

-Evitar beber alcohol.

-Evitar medicamentos, según las recomendaciones del médico.

En tanto, la hepatitis B es causada por un virus transmitido por medio de los fluidos corporales de las personas. Esto puede suceder de varias maneras, por ejemplo, al tener relaciones sexuales, compartir agujas, cepillos de dientes, máquinas de afeitar con filo u otros objetos personales con una persona infectada. También puede ser transmitida de madre a bebé durante el embarazo. La hepatitis B no se transmite por medio del agua o la comida, ni tampoco por estornudar, abrazar, toser.

Los síntomas son similares a los de una gripe. La mayoría de las personas que tienen hepatitis B mejoran en un plazo aproximado de 6 meses, pero 1 de cada 20 adultos desarrolla una hepatitis B crónica.

Las personas con hepatitis B no tienen síntomas y no saben que están infectadas, pero con el transcurso del tiempo, la enfermedad puede provocar cirrosis, inflamación en el estómago y las piernas y acumulación de líquido en los pulmones, entre otros síntomas.

Asimismo, en la mayoría de este tipo de infecciones, no es necesario un tratamiento y si se tiene hepatitis crónica, es decir que el virus no desaparece al cabo de 6 meses, el médico podría recetar medicamentos.

En el caso de la hepatitis C, el virus se transmite principalmente a través del contacto de sangre con sangre y, de manera similar a la hepatitis B, con frecuencia no hay síntomas pero si están presentes también son parecidos. Para la hepatitis C no hay vacuna y las personas pueden llevar una vida normal con los controles médicos necesarios.
Cuándo consultar

Para detectar hepatitis es necesario un examen de laboratorio. Una persona debe evaluar solicitar el análisis para detectar la hepatitis B-C si estuvo expuesta a alguna de estas situaciones:

– Si tuvo relaciones sexuales sin preservativo.

-Si vive con alguna persona que tiene hepatitis B o C, dado que es más frecuente o probable compartir objetos cortopunzantes que pueden aumentar las posibilidades de infección.

-Si tuvo o tiene alguna infección de transmisión sexual.

-Si se realizó alguna vez hemodiálisis.

-Si alguna vez compartió elementos en el consumo de drogas inyectables e inhalatorias.

-Si recibió donación de sangre u órganos antes de 1994.

-Si tiene VIH, para evaluar una posible coinfección.

Lograr mayor conciencia, prevención, atención, apoyo y acceso al tratamiento es el objetivo del Día Mundial de la Hepatits que se conmemora cada 28 de julio en pos de erradicar estas enfermedades del planeta.

*Fuente: Consenso Salud

Karina Pontoriero

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20 julio, 2021

En la época más fría del año aumentan las enfermedades respiratorias, como gripe, catarro, bronquitis, bronquiolitis o neumonía. Estos cuadros, sumados a la pandemia por COVID-19, nos obligan a incrementar los cuidados, especialmente durante las vacaciones de invierno, cuando hay más gente circulando por las calles y se realizan encuentros sociales.

Mantener medidas de higiene sanitaria es clave para evitar el aumento de los contagios, no solo de COVID, sino de cualquier otro virus respiratorio. Es necesario:

  • Lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón o alcohol diluido al 70%
  • Mantener 2 metros de distancia social con otras personas
  • Usar el barbijo correctamente, especialmente en lugares cerrados y transporte público
  • En lo posible, evitar sitios muy concurridos
  • Ventilar constantemente los ambientes
  • Toser o estornudar en la cara interna del brazo
  • No compartir objetos de uso personal como mate, vasos, cubiertos, etc.
  • Evitar el contacto con personas que presenten síntomas.

En caso de presentar algún tipo de síntoma como fiebre superior a 37,5°, tos, dolor de garganta, pérdida del gusto o del olfato, deberá mantenerse aislado, contactar al sistema de salud (107 en CABA, 148 en Buenos Aires) y esperar las indicaciones.

En cuanto a los más chicos, mantener la lactancia materna hasta al menos los 6 meses de vida ayuda a prevenir infecciones respiratorias en los bebés. Es importante saber que si el niño o niña tiene síntomas como fiebre, mocos o dificultad para respirar (respira rápido, tiene ronquidos o silbidos); si se encuentra decaído y rechaza el alimento, se debe consultar al médico lo más pronto posible.

Cuidarnos es responsabilidad de todos.

Karina Pontoriero

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1 julio, 2021

Las vacunas activan las defensas de nuestro organismo, fortalecen el sistema inmune y nos ayudan a resistir infecciones. Son, en definitiva, la mejor manera de protegernos cuando entramos en contacto con ciertas enfermedades que, en algunos casos, pueden ser de gravedad.

Al recibir una vacuna, el sistema inmune comienza a producir anticuerpos que le permiten luchar contra las enfermedades y, como está diseñado para recordar, luego de aplicarse una o dos dosis de una vacuna, las personas quedamos protegidas contra esa enfermedad durante años e incluso durante toda la vida. Si en algún momento estamos expuestos al microbio o virus contra el que fuimos vacunados, nuestro sistema inmunitario podrá destruirlo rápidamente antes de que empecemos a sentirnos mal.

Si nos vacunamos:
✔️Se reduce el riesgo de contraer una infección.
✔️Se reducen las posibilidades de transmitir el virus o bacteria a los demás.
✔️Se protege a quienes -por edad, alergias u otra condición- no pueden recibir una vacuna.

Por eso, vacunarse es también una responsabilidad social, ya que no solo nos protege a cada uno de nosotros, sino a toda la comunidad.

Las vacunas son seguras y se testean continuamente para detectar, prevenir y evitar efectos adversos. Pueden causar efectos secundarios leves (como fiebre, dolor en el lugar de la aplicación, náuseas) que desaparecen en pocos días. Es importante que quede claro que los beneficios de vacunarse son superiores a los riesgos o efectos colaterales que nos pueda ocasionar la aplicación.

Si no nos vacunamos, corremos el riesgo de contraer enfermedades graves como sarampión, meningitis, difteria, neumonía, tétanos y poliomielitis, muchas de las cuales pueden ser discapacitantes y mortales. Según la Organización Mundial de la Salud, las vacunas salvan alrededor de 3 millones de vidas cada año.

En la Argentina está vigente un Calendario Nacional de Vacunación gratuito y obligatorio para todas las edades. Se puede consultar ingresando a este link.

Vacuna contra Covid-19

En el caso del COVID-19, se desarrollaron vacunas que, tras haberse comprobado que son seguras y eficaces contra la enfermedad, comenzaron a distribuirse y administrarse en todo el mundo. Sin embargo, todavía se desconoce a partir de qué porcentaje de vacunas aplicadas se podría considerar que se alcanzó una inmunidad colectiva.  Según la OMS “es posible que se llegue a distintas conclusiones en función de la comunidad objeto de estudio, la vacuna que se haya utilizado, los grupos demográficos a los que la vacuna se les haya administrado con carácter prioritario y otros factores”.

Fuentes:

  • Organización Mundial de la Salud (OMS)
  • Ministerio de Salud de la Nación (MSN)

 

Karina Pontoriero

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9 junio, 2021

El cáncer de piel es el crecimiento anormal de las células de la piel y se manifiesta principalmente en aquellas zonas más expuestas al sol, como la cara, los brazos, las manos o el cuero cabelludo, aunque también puede desarrollarse en lugares que no suelen exponerse a la luz solar como los pies o los genitales.

Los tres tipos de cáncer de piel más comunes son:

  • Carcinoma de células basales: Se produce por lo general en áreas expuestas al sol, como el rostro, y puede manifestarse como una lesión del color de la piel similar a una cicatriz o una lesión con costras o sangrante que se cura y reaparece.
  • Carcinoma espinocelular: Suele aparecer en áreas del cuerpo expuestas al sol como un nódulo rojo y firme o una lesión plana con superficie escamosa y costras.
  • Melanoma: Puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, haya estado expuesta al sol o no. A veces son lunares ya existentes que se vuelven cancerosos, pero también puede ser: un área grande y amarronada con pintitas más oscuras; un lunar que cambia de tamaño, forma o color; un lunar que sangra o una lesión pequeña con bordes irregulares y partes de color rojo, rosa, blanco o azul. También puede manifestarse como una lesión que pica, arde o duele o como lesiones oscuras en ciertas partes del cuerpo como palmas de las manos, plantas de los pies, vagina o ano.

¿Cómo prevenir el cáncer de piel?

Ningún método de prevención es 100% infalible, pero hay algunas acciones o hábitos que ayudar a reducir los factores de riesgo. Por ejemplo:

  • Usar protector solar UVA/UVB con FPS alto todos los días del año, según indicación del profesional médico.
  • Evitar la exposición directa al sol entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, especialmente en verano.
  • Protegerse con anteojos de sol y sombreros.
  • Evitar el uso de camas solares.
  • Controlar periódicamente los lunares o manchas de la piel.

Cuándo consultar un médico

Realizar al menos una consulta anual de control con un médico. Visitarlo especialmente si encuentra una mancha nueva en la piel, si ha notado cambios en sus lunares o manchas, si tiene una lesión en la piel que no se cura o reaparece.

Cuando el cáncer de piel se detecta en sus etapas tempranas, hay más chances de que el tratamiento resulte exitoso.

Karina Pontoriero

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31 mayo, 2021

Una de las urgencias y emergencias más comunes durante la época invernal son las intoxicaciones por monóxido de carbono, un gas sumamente tóxico que ingresa al organismo por los pulmones e impide la circulación del oxígeno en sangre. La falta de oxígeno afecta al cerebro y al corazón, por eso es fundamental actuar rápidamente para evitar daños severos e, incluso, la muerte.

El monóxido de carbono es también conocido como “el asesino invisible” debido a que no tiene olor, color ni sabor y tampoco irrita los ojos o la nariz. De todas formas, es importante saber que las intoxicaciones por monóxido de carbono son absolutamente prevenibles.

Calefones, estufas, termotanques, cocinas, anafes, parrillas a leña o carbón y motores de combustión, son algunos de los artefactos que pueden producir monóxido de carbono. Este gas tóxico se genera por la combustión incompleta de cualquier material que contenga carbono (gas, petróleo, carbón, querosén, nafta, plásticos, entre otros). Es decir que cualquier artefacto que utilice esos materiales en un ambiente cerrado o con poca concentración de oxígeno puede convertirse en un arma peligrosa y letal.

Para prevenir las intoxicaciones es necesario mantener ventilados los ambientes, Si tiene un braseros o estufas a gas (sin tiro balanceado) en el dormitorio, debe dejar siempre una ventana o puerta abierta para renovar el aire. También se recomienda que un gasista revise periódicamente las instalaciones y el buen funcionamiento de los aparatos.

Otro punto importante es prestar especial atención al color de las llamas de la cocina y/o estufas, que siempre debe ser azul; el color amarillo o naranja resulta sospechoso. Si ve manchas de hollín o nota que los artefactos se decoloran, puede que haya mala ventilación en el ambiente y también deberá revisarlo un especialista. También es recomendable evitar encender el auto o cualquier otro motor a combustión en un ambiente cerrado como el garaje o un sótano.

Síntomas de una intoxicación

Se debe sospechar una intoxicación con monóxido de carbono cuando una o varias personas al mismo tiempo, que estuvieron en un ambiente cerrado, presentan:

  • Dolor de cabeza
  • Mareos
  • Somnolencia
  • Debilidad
  • Cansancio
  • Náuseas/vómitos
  • Pérdida del conocimiento y/o convulsiones
  • Palpitaciones
  • Dolor de pecho
  • Paro cardiorrespiratorio

¿Qué hacer cuando se presentan signos de intoxicación con monóxido de carbono?

  • En primer lugar, abrir puertas y ventanas para ventilar.
  • Si la persona respiró gas por una pérdida en la cocina o el calefactor: llevarla a un lugar abierto y bien ventilado. Luego, cerrar la llave de gas y, si es posible, acercarse a una guardia.

Muchas intoxicaciones por monóxido de carbono parecen Intoxicaciones alimentarias, gripes o accidentes cerebrovasculares. En niños pequeños puede simular un cuadro meníngeo por la irritabilidad, llanto continuo y rechazo del alimento. En cualquier caso, llame gratis al Centro Nacional de Intoxicaciones en el Hospital Postadas.

Tel: 0800 333 0160

Fuente: Ministerio de Salud de la Nación

Karina Pontoriero

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14 mayo, 2021

Se puede tener presión arterial alta durante años sin presentar ningún síntoma y es por eso que muchas personas padecen esta enfermedad sin saberlo. La hipertensión arterial (HTA) se desarrolla en el tiempo y sus causas son variadas. Si bien no tiene cura, se puede controlar con cambios en el estilo de vida y, si el profesional así lo indica, con medicación. La mejor forma de prevenir casos de gravedad es tomarse periódicamente la presión y adoptar hábitos saludables que minimicen los riesgos.

No hay síntomas específicos de hipertensión arterial. Se cree que las personas con hipertensión arterial están nerviosas, tienen sudoración excesiva o tienen dificultad para dormir. Eso es un mito. Por algo se conoce a la HTA como un “asesino silencioso”, que no presenta síntomas. No hay síntoma o signo determinado que funcione como señal de alerta de que alguien padece hipertensión arterial; por eso, la American Heart Association insiste en la importancia de conocer los valores de presión arterial y realizar cambios significativos para minimizar los factores de riesgo. Es aconsejable, por ejemplo, reducir el consumo de sal, llevar una alimentación saludable, hacer actividad física regularmente, utilizar técnicas de manejo del estrés y evitar o abandonar el cigarrillo.

Otro mito es pensar que la hipertensión arterial causa dolores de cabeza y hemorragias nasales. Hay diversos estudios que indican que la HTA no causa dolor de cabeza ni hemorragia nasal, excepto en caso de crisis hipertensiva, cuando la presión arterial es de 180/120 mm Hg o superior. Si la presión arterial es inusualmente alta, tiene dolor de cabeza o hemorragia nasal y no se encuentra bien, espere cinco minutos y repita la toma de presión. Si la lectura sigue siendo 180/120 mm Hg o más, debe comunicarse con el servicio de emergencias médicas.

Hay una serie de síntomas que pueden estar relacionados indirectamente con la hipertensión arterial, pero no siempre son causados por esta, como:

  • Manchas de sangre en los ojos: Las manchas de sangre en los ojos (hemorragia subconjuntival) son más comunes en personas con diabetes o hipertensión arterial, pero ninguna de las enfermedades las causa. Sin embargo, un oftalmólogo puede detectar los daños en el nervio óptico causados por la hipertensión arterial sin tratar.
  • Rubor facial: El rubor facial se produce cuando los vasos sanguíneos del rostro se dilatan. Puede producirse de forma impredecible o en respuesta a determinados factores, como la exposición al sol, al frío, a los alimentos picantes, al viento, a las bebidas calientes y a los productos para el cuidado de la piel. El rubor facial también puede aparecer cuando hay estrés emocional, exposición al calor o al agua caliente, consumo de alcohol y ejercicio, situaciones que pueden aumentar la presión arterial temporalmente. Aunque el rubor facial puede ocurrir cuando la presión arterial es superior a la normal, la hipertensión arterial no es la causa.
  • Mareos: Aunque el mareo puede ser un efecto secundario de algunos medicamentos antihipertensivos, no está provocado por la hipertensión arterial. No obstante, el mareo no debe ignorarse, especialmente si el inicio es repentino. Los mareos repentinos, la pérdida de equilibrio o la coordinación, y la dificultad para caminar son signos de alarma de derrame cerebral. La hipertensión arterial es uno de los principales factores de riesgo de derrame cerebral.

¿Qué puede hacer para prevenir una crisis de hipertensión arterial?

  • Medir su presión arterial regularmente para conocer su situación.
  • Reconocer sus factores de riesgo y modificarlos. La obesidad, el tabaquismo, el consumo excesivo de sal, son algunos de los factores de riesgo que pueden disminuir solo con cambiar algunos hábitos.
  • Si es necesario, pida ayuda profesional para modificar aquellas conductas que pueden empeorar su condición. La presión arterial alta no controlada puede ocasionar graves problemas de salud, como enfermedades cardiacas o ACV.

Fuente: American Heart Association

Karina Pontoriero

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23 abril, 2021

La meningitis bacteriana es una enfermedad infecciosa de alta peligrosidad que, si no es diagnosticada y tratada a tiempo, puede generar lesiones neurológicas permanentes e, incluso, la muerte.

Todos los 24 de abril se conmemora el Día Mundial de la Meningitis con el objetivo de concientizar acerca de la necesidad de prevenir esta infección. Para eso, solo es necesario que los bebés y niños reciban la vacuna, de acuerdo con el Calendario Nacional de Vacunación:

Los lactantes -la población más vulnerable y con mayor riesgo de enfermar y morir-, deben recibir tres dosis a los 3, 5 y 15 meses de vida. Más adelante, a los de 11 años, deben recibir una dosis complementaria.

La bacteria que causa meningitis se transmite de persona a persona a través de secreciones respiratorias; es decir que puede contagiarse al besarse, estornudar, toser, compartir vasos o mate o convivir con otras personas enfermas en espacios chicos y mal ventilados.

Los niños pequeños, principalmente los menores de 1 año, son el grupo de riesgo que más se contagia. Los adolescentes puedden ser portadores de forma asintomática, pero transmitir la infección.

Los síntomas más frecuentes de la meningitis son similares a los de otras enfermedades: rigidez de nuca, fiebre elevada, fotofobia, confusión, cefalea y vómitos, pero, al tratarse de una infección que evoluciona rápidamente a cuadros graves, se sugiere consultar inmediatamente al pediatra.

Fuente: Sociedad Argentina de Pediatría

Karina Pontoriero

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24 marzo, 2021

El cáncer de cuello uterino se produce en las células del cuello uterino, que es la parte inferior del útero conectada a la vagina. Comienza cuando las células sanas del cuello uterino desarrollan cambios (mutaciones) en su ADN. En ese ADN se encuentran las instrucciones que le dicen a una célula qué hacer. En este caso, las mutaciones les dicen a las células que crezcan y se multipliquen fuera de control; entonces se acumulan formando una masa o tumor que –en estadios muy avanzados- pueden diseminarse a otras partes del cuerpo, lo que se conoce como metástasis.

En etapas tempranas, el cáncer de cuello uterino, generalmente, no produce signos ni síntomas. Por eso se recomienda realizar controles ginecológicos a partir de los 21 años o desde los 3 años posteriores al inicio de las relaciones sexuales: Una prueba de Papanicolaou puede detectar células anormales en el cuello uterino, incluidas células cancerosas y células que muestran cambios que aumentan el riesgo de cáncer cervical. Será el médico o médica quien evaluará si se han dado situaciones de riesgo especiales que requieran otro tipo de estudios complementarios.

Para prevenir el riesgo de contraer cáncer de cuello uterino es importante:

  • Que todas las niñas y niños de 11 años reciban la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH). Esta vacuna forma parte del Calendario Nacional del Vacunación y reduce el riesgo de infección por VPH, una de las principales causas de cáncer de cuello.
  • Usar preservativo en todas las relaciones sexuales.
  • No fumar o dejar de hacerlo.

Cuando el cáncer de cuello uterino está en estadios un poco más avanzados, puede presentar alguno de los siguientes síntomas:

  • Sangrado vaginal después de las relaciones sexuales, entre períodos o después de la menopausia.
  • Flujo vaginal acuoso y con sangre, que puede ser abundante y tener un olor fétido.
  • Dolor pélvico o dolor durante las relaciones sexuales.

Según la estadificación de la lesión cancerígena puede realizarse tratamiento quirúrgico, requerir algún otro tratamiento como quimioterapia o radioterapia.

Karina Pontoriero

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