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La hepatitis es una inflamación del hígado que puede ser causada por virus específicos, una variedad de toxinas -como drogas o alcohol-, enfermedades autoinmunes o fármacos.

Los síntomas pueden ser fiebre, falta de apetito, náuseas, vómitos, dolor abdominal, prurito, erupciones cutáneas, dolores articulares, ictericia, inflamación del hígado.

Los hábitos saludables y el adecuado asesoramiento médico permiten prevenir y evitar las hepatitis producidas por toxinas o fármacos.

Hepatitis Virales.

Constituyen un grupo de enfermedades infecciosas conocidas como hepatitis A, B, C, D y E. Afectan a millones de personas en el mundo y causan enfermedad del hígado, tanto aguda como crónica.

La hepatitis A se transmite cuando una persona ingiere el virus mediante el contacto con objetos, bebidas o alimentos contaminados.

Las hepatitis B y C se transmiten con mayor frecuencia de una madre infectadva a su bebé al momento del nacimiento y entre los niños que no se han vacunado. También a través del contacto con la sangre y otros líquidos corporales, mediante el uso de drogas inyectables, equipo médico no esterilizado y el contacto sexual. Los controles prevvvnatales y la conducta obstétrica adecuada son fundamentales para su prevención, y las correctas medidas de bioseguridad, utilizando material médico descartable y preservativo, y medidas de profilaxis durante las relaciones sexuales.

En el caso de los tipos A y B de hepatitis, también pueden ser prevenidas mediante las vacunas de alta efectividad que se encuentran en el calendario de vacunación.

En el tipo D, dado que el contagio es sólo si se tuvo hepatitis B, su prevención es a través de la vacunación. La hepatitis E, como se transmite principalmente a través del agua contaminada, la mejor calidad del agua y de las condiciones sanitarias pueden ayudar a evitar nuevos casos.

La consulta médica ante cualquier síntoma asociado a enfermedad de hígado favorecerá a su posterior tratamiento. En el caso de los tipos B y C, previene la necesidad de un trasplante, el desarrollo de cirrosis o cáncer de hígado. Un diagnóstico temprano permitirá un manejo apropiado, de acuerdo con la causa desencadenante de la enfermedad, y disminuirá la mortalidad global.


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La hepatitis es la inflamación del hígado, un órgano vital ubicado en la parte superior derecha del área del estómago que procesa los nutrientes y ejerce una función desintoxicante. Cuando el hígado está inflamado o dañado, su función puede verse afectada. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 12 personas en el mundo viven con hepatitis B o hepatitis C.

La hepatitis puede ser provocada por células inmunitarias en el cuerpo que atacan el hígado, por infecciones por virus (como las hepatitis A, B o C), por el daño hepático causado por alcohol o tóxicos; o por efecto de los medicamentos. Puede comenzar y mejorar rápidamente, aunque también puede volverse una enfermedad prolongada. En algunos casos, puede llevar a daño hepático, insuficiencia hepática o incluso cáncer de hígado.

La mayoría de las veces las hepatitis no producen síntomas y la enfermedad pasa inadvertida por lo que sólo puede ser diagnosticada por medio de un análisis de sangre.

Por otro lado, si bien existen vacunas para prevenir hepatitis A y B, que forman parte del Calendario Nacional de Vacunación, hay que recordar que no existe la vacuna contra la hepatitis C.

En detalle, en la hepatitis A el virus abandona el organismo a través de las evacuaciones. Si las personas infectadas no se lavan las manos después de usar el baño pueden transportar el virus en las manos y contaminar cualquier cosa que toquen (alimentos, agua y otras personas). La hepatitis A generalmente es de corta duración y no conduce a problemas hepáticos crónicos.

Los síntomas más comunes son: Cansancio, náuseas o vómitos, falta de apetito, fiebre superior a 38°, dolor debajo de las costillas, del lado derecho del área del estómago. También pueden aparecer otros síntomas como orina de color oscuro, evacuaciones de color claro, ictericia y   comezón en la piel.

Como medidas de prevención pueden mencionarse el lavado de manos después de ir al baño, cambiar pañales y tocar basura o ropa sucia; y antes de preparar alimentos y comer; vacunarse contra la hepatitis A, no beber leche no pasteurizada ni consumir alimentos hechos con leche no pasteurizada; lavar bien las frutas y verduras antes de consumirlas; cocinar bien la carne y los mariscos; cocinar los huevos hasta que la yema quede firme; lavarse las manos y utensilios y tablas de cortar si estuvieron en contacto con alimentos crudos.

En la mayoría de los casos de este tipo de hepatitis, la infección desaparece por sí sola y las siguientes medidas pueden hacer que el hígado sane:

-Descansar mucho. Se recomienda que la personas no se reincorpore a las tareas hasta que la fiebre haya desaparecido, haya recuperado el apetito, y la piel y ojos ya no estén amarillos.

-Evitar beber alcohol.

-Evitar medicamentos, según las recomendaciones del médico.

En tanto, la hepatitis B es causada por un virus transmitido por medio de los fluidos corporales de las personas. Esto puede suceder de varias maneras, por ejemplo, al tener relaciones sexuales, compartir agujas, cepillos de dientes, máquinas de afeitar con filo u otros objetos personales con una persona infectada. También puede ser transmitida de madre a bebé durante el embarazo. La hepatitis B no se transmite por medio del agua o la comida, ni tampoco por estornudar, abrazar, toser.

Los síntomas son similares a los de una gripe. La mayoría de las personas que tienen hepatitis B mejoran en un plazo aproximado de 6 meses, pero 1 de cada 20 adultos desarrolla una hepatitis B crónica.

Las personas con hepatitis B no tienen síntomas y no saben que están infectadas, pero con el transcurso del tiempo, la enfermedad puede provocar cirrosis, inflamación en el estómago y las piernas y acumulación de líquido en los pulmones, entre otros síntomas.

Asimismo, en la mayoría de este tipo de infecciones, no es necesario un tratamiento y si se tiene hepatitis crónica, es decir que el virus no desaparece al cabo de 6 meses, el médico podría recetar medicamentos.

En el caso de la hepatitis C, el virus se transmite principalmente a través del contacto de sangre con sangre y, de manera similar a la hepatitis B, con frecuencia no hay síntomas pero si están presentes también son parecidos. Para la hepatitis C no hay vacuna y las personas pueden llevar una vida normal con los controles médicos necesarios.
Cuándo consultar

Para detectar hepatitis es necesario un examen de laboratorio. Una persona debe evaluar solicitar el análisis para detectar la hepatitis B-C si estuvo expuesta a alguna de estas situaciones:

– Si tuvo relaciones sexuales sin preservativo.

-Si vive con alguna persona que tiene hepatitis B o C, dado que es más frecuente o probable compartir objetos cortopunzantes que pueden aumentar las posibilidades de infección.

-Si tuvo o tiene alguna infección de transmisión sexual.

-Si se realizó alguna vez hemodiálisis.

-Si alguna vez compartió elementos en el consumo de drogas inyectables e inhalatorias.

-Si recibió donación de sangre u órganos antes de 1994.

-Si tiene VIH, para evaluar una posible coinfección.

Lograr mayor conciencia, prevención, atención, apoyo y acceso al tratamiento es el objetivo del Día Mundial de la Hepatits que se conmemora cada 28 de julio en pos de erradicar estas enfermedades del planeta.

*Fuente: Consenso Salud

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Cada 28 de julio se conmemora el Día Mundial de la Hepatitis para informar y concientizar a la población sobre las distintas maneras en que se puede prevenir esta enfermedad que ataca a las personas sin distinción de origen o condición social.

Este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) centró su campaña en la prevención de la transmisión de la hepatitis B (VHB) de madre a hijo. Se calcula que más de 250 millones de personas padecen esta infección de manera crónica, mientras que el 90% de los niños infectados al nacer se convierten también en portadores crónicos.

La hepatitis es una de las enfermedades infecciosas más frecuentes. Se trata de una inflamación del hígado, causada comúnmente por una infección viral. Existen 5 tipos de virus, clasificados como  A, B, C, D y E. Las hepatitis tipos B y C pueden transformarse en infecciones crónicas y son las causas más comunes de cáncer de hígado y cirrosis. Se cree que un gran número de personas conviven con la infección crónica sin saberlo, lo que es peligroso no solo para su salud –porque pueden desarrollar enfermedades hepáticas de distinta gravedad-, sino también para la salud de otras personas, debido que pueden contagiar a los demás.

Los distintos tipos de hepatits y sus características

Las hepatitis A y E suelen estar causadas por la ingestión de alimentos o agua contaminada con materia fecal que contenga el virus; las hepatitis B, C y D, por lo general, se producen por el intercambio de fluidos corporales infectados (por contacto sexual, sangre contaminada, procedimientos médicos invasivos con equipos contaminados o de la madre al recién nacido durante el parto). El consumo excesivo de alcohol, las toxinas, algunos medicamentos y ciertas enfermedades que afectan al hígado también pueden causar hepatitis.

La única forma de detectar las hepatitis es mediante análisis de sangre específicos, que se pueden realizar de forma gratuita en cualquier hospital público del país. El Ministerio de Salud de la Nación cuenta con un Programa Nacional de Control de las Hepatitis Virales que promueve el testeo de estas infecciones.

Es importante realizarse chequeos periódicos porque un gran porcentaje de los infectados no presenta síntomas. Una vez obtenido el diagnóstico positivo, es fundamental evitar el consumo de alcohol y medicamentos que puedan ser tóxicos para el hígado.

En cualquier caso, algunos de los síntomas de las hepatitis pueden ser:

  • Aparición repentina de náuseas, vómitos y falta de apetito
  • Cansancio o fatiga
  • Fiebre
  • Malestar general
  • Dolor abdominal y articular
  • Orina oscura y heces pálidas
  • Color amarillo de la piel y mucosas (ictericia)

Formas de prevención:

Vacunarse es la manera más segura y efectiva de reducir el riesgo de infección por hepatitis A y B. La vacuna protege contra la infección en más del 90% de los casos. Para vacunarse no se necesita orden médica ni estudios previos.

Al momento no se dispone de una vacuna para prevenir la infección por hepatitis C.

Otras medidas necesarias para prevenir  la infección son:

  • Mantener la higiene del baño y desinfectarlo regularmente con agua y lavandina.
  • Lavarse bien las manos, en especial después de usar el baño, antes de manipular alimentos y antes de comer.
  • Lavar bien los alimentos antes de prepararlos.
  • Mantener relaciones sexuales seguras (usar preservativo y/o campo de látex).
  • No compartir jeringas, cepillos de dientes ni máquinas de afeitar,
  • Utilizar siempre material descartable o debidamente esterilizado al realizarse tatuajes, piercings, etc.
  • Realizar los controles durante el embarazo
  • Vacunar al niño o niña al momento del nacimiento.

 Fuente: Ministerio de Salud de la Nación


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Por definición, la hepatitis es la inflamación del hígado producida, en su mayoría, por un virus que altera su normal funcionamiento. Según el tipo de virus que produjo la infección se habla de Hepatitis A, B o C. Consumir alcohol en exceso y algunos medicamentos también pueden causar hepatitis. Para prevenir las Hepatitis A y B hay una vacuna que está incluida en el Calendario Nacional de Vacunación; en el caso de Hepatitis C no hay vacuna, pero sí se pueden tomar precauciones para evitar o reducir las posibilidades de contraer la enfermedad.

Hepatitis A

En la Hepatitis A, el virus se transmite al consumir alimentos o agua contaminada. Esta infección es más común en lugares donde se carece de agua potable. La Hepatitis A no se vuelve crónica y tampoco causa daños permanentes en el hígado. El calendario nacional de vacunación contempla la aplicación de la vacuna al año de vida; los adultos que nunca se hayan aplicado la vacuna deben recibir 2 o 3 dosis en un plazo de 6 a 12 meses.

Otros métodos de prevención son:

  • Lavarse las manos con frecuencia, especialmente luego de ir al baño y antes de cocinar o comer.
  • Consumir agua potable o, en su defecto, hervirla o potabilizarla con 2 gotas de lavandina por cada litro.

La mayoría de las personas infectadas con Hepatitis A no presenta síntomas, aunque los más comunes son: fiebre, náuseas, vómitos, pérdida de apetito, cansancio. Si bien no hay tratamiento para esta enfermedad, se indica hacer reposo mientras persistan los síntomas antes descriptos y evitar el consumo de alcohol y de cualquier sustancia que sea tóxica para el hígado, incluyendo el paracetamol.

Hepatitis B

A diferencia de la Hepatitis A, la Hepatitis B puede causar una infección crónica, con complicaciones graves como cirrosis, cáncer de hígado o falla hepática. En este tipo de Hepatitis, el virus se transmite por vía sexual, sanguínea (al recibir transfusiones o compartir jeringas) y de madre a hijo en el momento del parto o mediante la leche materna. Los que corren más riesgos de contraer la enfermedad de manera crónica son los niños más pequeños y las personas con trastornos del sistema inmune.

La enfermedad no siempre presenta síntomas, pero los más comunes son pérdida de apetito, cansancio, dolor en los músculos y articulaciones, dolor de estómago, diarrea o vómitos. Con menos frecuencia, las personas pueden llegar a tener piel u ojos amarillos (ictericia).

Para prevenir la Hepatitis B es necesario cumplir con el calendario nacional de vacunación y aplicar una dosis a los recién nacidos dentro de las primeras 12 horas de vida y a los 2, 4 y 6 meses de vida (vacuna quíntuple). A su vez, todas las personas, de cualquier edad, que nunca se hayan vacunado o que no hayan completado el esquema, deben aplicarse 3 dosis de la vacuna.

Adoptar hábitos saludables es otra forma de prevenir, por eso se recomienda no compartir objetos personales, como cepillos de dientes, alicates o agujas, y usar preservativos al mantener relaciones sexuales. El personal de la salud debe estar entrenado y cumplir con las normas de bioseguridad.

Hepatitis C

La Hepatitis C, al igual que la Hepatitis B, se transmite por vía sanguínea y con menor frecuencia por vía sexual o materna.  Al no haber una vacuna preventiva para esta enfermedad, la mejor medida para evitar el contagio es no compartir jeringas ni elementos cortantes personales. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda  a las personas ya infectadas que se vacunen contra las Hepatitis A y B para prevenir la coinfección por esos virus y proteger el hígado.

La mayoría de las personas que tienen la infección por Hepatitis C no experimenta ningún síntoma durante años. Sin embargo, se trata de una enfermedad crónica, por lo que necesita control médico y tratamiento con antivíricos, que pueden curar más del 95% de los casos de infección por este virus y reducir el riesgo de contraer cáncer de hígado y cirrosis.

Se estima que 71 millones de personas viven en el mundo con Hepatitis C. Más de 2 millones de personas se infectan cada año y unas 400.000 mueren por enfermedades asociadas a la Hepatitis C, como cirrosis o cáncer hepático.

Fuentes:

  • Ministerio de Salud y Desarrollo Social
  • Organización Mundial de la Salud

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