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La ciberadicción, también conocida como trastorno de adicción a internet (IAD, por sus siglas en inglés) es un término que se refiere a una patología que supone un uso abusivo de internet, a través de diversos dispositivos, que interfiere con la vida diaria.

La adicción a internet suele darse con mayor prevalencia en la población adolescente actual y puede definirse como “la pérdida del control frente al uso racional de internet”. Como profesionales de la salud podemos saber si alguien es ciberadicto cuando hace uso de internet en forma excesiva y no piensa en nada más que en eso. Está comprobado que esto tiene múltiples consecuencias para la persona; entre ellas, que desatienda los deberes y responsabilidades de su vida casi por completo. Hoy en día nos conectamos a internet desde cualquier lugar, ya sea desde celulares, tablets o computadoras. Nuestra vida sin ellos sería totalmente diferente pero, ¿qué pasaría si empezáramos a utilizar las nuevas tecnologías como un fin en vez de como un medio? ¿Somos conscientes del tiempo que pasamos delante de algunos de estos aparatos?

Las causas de la ciberadicción: según Boronat (2008), internet facilita cubrir o compensar un déficit en la personalidad del adicto; es un instrumento de comunicación interpersonal. El mundo virtual puede considerarse una vía de escape del mundo real para los adolescentes o para personas que tienen problemas en las habilidades sociales, por ejemplo,  y en algunos casos llega a convertirse en un sustituto de la vida real. Se puede decir que las redes cubren dos tipos de necesidades básicas en los adolescentes: 1) conseguir que puedan sentirse bien y acompañados a través de juegos, imágenes e información, sin tener la necesidad de comunicarse con otras personas y 2) la búsqueda de interacción social.

Hay personas que tienden a sufrir este tipo de adicción ya que padecen de depresión o, por el contrario, se sienten atraídas por el mundo virtual y la gran variedad de posibilidades que brinda, como pueden ser el anonimato o ejercer roles opuestos a la vida cotidiana. En otras personas que buscan alguna relación, las redes les permiten entablarlas con más facilidad.

Como mencionamos anteriormente, la ciberadicción es más común en la adolescencia, etapa en la que internet hoy por hoy es uno de los principales medios de socialización. Según un estudio realizado por la Fundación Pfizer, el 98% de los jóvenes de 11 a 20 años es usuario de Internet. Y de este porcentaje, 7 de cada 10 afirman acceder a la red por un tiempo diario de 1,5 horas. Es por esto que los adolescentes, dado que suelen conectarse más a internet, constituyen un grupo de mayor riesgo.

Signos: La vida de un ciberadicto es afectada totalmente, convirtiéndose en un problema para él y para las personas de su entorno. En toda adicción siempre existen tres elementos: una persona, unas circunstancias personales determinadas y una sustancia o situación que produzca placer. Que una persona pase muchas horas conectadas a internet no quiere decir que tenga adicción, tenemos que conocer las circunstancias personales y el motivo por el que está tantas horas frente a la computadora.

Entonces, ¿cuándo podemos considerar que una persona tiene una adicción a internet? ¿Cuáles son los signos de alarma? Según Young, los signos de alarma son:

  • Estar conectado a la red todo el día, privándose así de horas de descanso.
  • No prestar atención normal y adecuada a temas importantes o a otras actividades como suelen ser el contacto con la familia o amigos.
  • No dejar de pensar en la red aun sin estar conectado a la red.
  • Bajar el rendimiento en los estudios.
  • No querer relacionarse con otras personas o mostrarse irritable.
  • Sentirse excesivamente eufórico cuando se está delante de la computadora.

Además de los anteriores, también puede haber signos físicos que muestren que una persona tiene ciberadicción:

  • Síndrome del túnel carpiano
  • Migrañas
  • Ojos secos
  • Trastornos alimentarios
  • Alteraciones del sueño
  • Dificultades para mantener la higiene personal, entre otros.

Consejos prácticos para padres y educadores: Debemos tener presente que, en la mayoría de las situaciones, los adolescentes tienen acceso a varios dispositivos electrónicos, como teléfonos, tablets y computadoras. Es aconsejable que esta última no esté en el cuarto del adolescente, sino que, por el contrario, esté en un sitio que la familia frecuente, como el living o el comedor. Además, es recomendable que el adolescente no pase mucho tiempo jugando solo con la computadora. Su uso no debe prohibirse, pero sí restringirse, pautando horarios en los que será posible su uso y siendo estrictos al momento de hacerles dejar la conexión al mundo virtual. Además, los padres deben estar al día de todo lo relacionado con las nuevas tecnologías e internet. Conocer los juegos que existen y con los que sus hijos juegan es importante para saber si son adecuados para ellos o no.

Fuente:

  • Artículo escrito por Prof. Lic. Carolina Carbonella y publicado en Revista Colegio.

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Según muchos estudios psicológicos, la adolescencia es una de las etapas más estresantes en la vida de los individuos.  Esto se debe a que la transición de la infancia a la adultez puede ser bastante complicada. Sobre todo porque los jóvenes e mpiezan a vivir situaciones propias de una persona mayor, sin tener todavía los recursos necesarios para superarlas con éxito.

De acuerdo con el estudio de un grupo de científicos de la Universidad de Michigan Ann Arbor, una tercera parte de los adolescentes experimentan un estrés motivado por “las enormes expectativas de sus padres y la sociedad” y dos tercios experimentan síntomas de estrés al menos una vez a la semana. Es muy importante saber reconocer los síntomas de estrés en los hijos adolescentes a tiempo, para que no se convierta en un problema mayor.  Convivir y gestionar el estrés forma parte de la vida de cualquier adulto, pero un adolescente que todavía carece de la capacidad de vencer su estrés corre el riesgo de sufrir depresión, ansiedad u otro trastorno o de intentar paliarlo con métodos peligroso como las drogas o el alcohol.

 

Motivos de estrés en los adolescentes

Por muy seguros de sí mismos que aparenten ser, los adolescentes se mueven muchas veces en un mar de dudas e inseguridades. Las exigencias y fracasos académicos, los pensamientos negativos sobre ellos mismos, los cambios en su cuerpo, problemas con compañeros de colegio, problemas de pareja de sus padres, la muerte de un ser querido o de una mascota, una mudanza o cambio de escuela, la realización de demasiadas actividades, problemas económicos en la familia, pueden ser algunos de los factores desencadenantes del estrés.

Cómo reconocer el estrés adolescente

No debemos esperar a que nuestros hijos expresen que están estresados, porque probablemente ni ellos mismos sepan qué les pasa. Por este motivo, debemos estar atentos ante la presencia de algunos de los siguientes síntomas del estrés: agotamiento y cansancio crónico, sensación de malestar, excesiva autocrítica, sensación de persecución, cinismo, irritabilidad y negatividad, brotes de furia por motivos aparentemente triviales, enfado cuando les exigimos algo, insomnio o  dificultad respiratoria, entre otros.

Cómo ayudar a un adolescente estresado

Lo primero es ayudarle a reconocer que necesita ayuda, nada sencillo en el caso de los adolescentes que suelen pensar que son autosuficientes y saben más que los adultos. Es muy importante que comprendan que respetamos sus motivos de estrés y queremos ayudarlos a superarlo. Y que, además, tenemos la completa confianza en su capacidad de hacer justamente eso. Es importante hacerles ver que el estrés es un problema de mayores y que todos tenemos que aprender a resolver momentos de enorme estrés durante nuestras vidas. Reconocer el estrés es el primer paso para superarlo. Y aprender a superar el estrés supone una lección que les ayudará durante toda la vida.

Algunas ideas para empezar son:

  • Intentar ayudarles a identificar la causa de su estrés y hablar sobre cómo aliviar la situación: si se sienten abrumados por sus deberes, les ayudaremos a ordenar su trabajo y hacer un buen plan o buscar otro tipo de ayuda como, por ejemplo, clases particulares. Es importante ayudarles a fijar objetivos realistas para disminuir la presión y si tienen problemas en el colegio hacerles saber que los ayudaremos a buscar una solución.
  • Una forma de combatir el estrés es a través de la diversión: buscar alguna actividad familiar de ocio, como ir al cine o mirar un partido de futbol; es decir, cualquier cosa que les parezca entretenida y lo ayude a olvidar durante un instante sus problemas, resultará seguramente muy positivo y gratificante.
  • Aprender juntos maneras de combatir el estrés: existen muchísimos recursos en internet con consejos, ejercicios. SI es preciso se puede buscar la ayuda de un experto, pero no sin antes intentar recabar información y datos juntos.
  • El deporte es una magnífica manera de luchar contra el estrés: Tal vez podamos sugerirle que vaya a un gimnasio, que participe de algún deporte, o bien realizar alguna actividad deportiva familiar. La actividad física suele resultar muy positiva en estos casos.

Fuente: Revista Colegio


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Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Argentina es el país de Latinoamérica con mayor consumo de alcohol por persona, con 9,1 litros de alcohol puro per cápita. En todo el continente, nuestro país solo es superado por Canadá (10 litros) y los Estados Unidos (9,3 litros).
El dato de por sí es impactante. Si a esto le sumamos la información que se desprende de un estudio recientemente publicado por el SEDRONAR, que resalta el incremento del consumo de alcohol en preadolescentes y adolescentes, se transforma en una situación más que preocupante.
En su “Estudio de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población General”, el SEDRONAR advierte que de los 2.299.598 nuevos consumidores de alcohol que se detectaron sólo en el último año, 319.994 son preadolescentes y adolescentes.
El consumo de alcohol en chicos de 12 a 17 años creció de un 42 a un 60,5% en los últimos 7 años. Ya desde los 12 años existe un mayor consumo de cerveza; mientras que los adolescentes y jóvenes incursionan en bebidas fuertes o tragos con más graduación alcohólica. Si en 2010 había un 21,4% de la población de 12 a 17 que años consumía alcohol regularmente; en diciembre de 2017 ese número creció hasta llegar al 34,7%.
Las previas son uno de los motivos por los que la edad de iniciación es cada vez más temprana; se trata de una práctica habitual que consiste en tomar grandes cantidades de bebidas de alta graduación alcohólica en un lapso corto de tiempo. Se realizan en grupos, en casas de familias con nulo o escaso control parental y antes de salir a bailar o a una fiesta. Hoy, según considera este informe, estos excesos llegan a un nivel de epidemia.
El documento “Adicciones y vulnerabilidad social”, publicado por la Universidad Católica Argentina, advierte que las previas son sumamente riesgosas. De hecho, una encuesta que publicaron informa que el 78,9% de los participantes tuvo al menos un episodio de consumo excesivo en los últimos 30 días, y el 31,7% indicó consumió de manera excesiva al menos una vez a la semana.

Consecuencias del consumo de alcohol en menores de edad
Consumir alcohol en la adolescencia aumenta las probabilidades de continuar consumiendo alcohol en exceso en la vida adulta e incluso incursionar en otras adicciones. El consumo de alcohol en menores de 18 años puede influir de manera negativa en el desarrollo del cerebro, afectar la memoria y el aprendizaje, incidiendo de esta forma en el rendimiento escolar.
Al distribuirse por todo el organismo a través del torrente sanguíneo, el abuso del alcohol genera riesgos para la salud, tales como mayor predisposición a enfermedades respiratorias, disminución de la producción de la hormona del crecimiento; alteraciones del ritmo cardíaco; irritaciones en la pared intestinal, entre otros. Además, quienes consumen alcohol habitualmente tienen mayor probabilidad de desarrollar depresión o ansiedad.

Ante una situación crítica, cuando el menor no puede mantenerse en pie o se desvanece, es necesario llamar a un servicio de emergencia. “Es fundamental que quienes acompañen al menor eviten que siga tomando y aseguren la escena de todo tipo de riesgo. En el caso de que el paciente esté con vómitos, mantenerlo en decúbito lateral, es decir, recostado sobre uno de sus lados”, explica la Dra. Deborah Berenstein, Coordinadora Médica de Pediatría en Acudir.
En Argentina rige la Ley Nacional 24.788, que prohíbe la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años. Es responsabilidad de los adultos que se cumpla y se denuncie a las empresas y/o comerciantes que infringen esta ley.


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