El estrés en la adolescencia
Según muchos estudios psicológicos, la adolescencia es una de las etapas más estresantes en la vida de los individuos. Esto se debe a que la transición de la infancia a la adultez puede ser bastante complicada. Sobre todo porque los jóvenes e mpiezan a vivir situaciones propias de una persona mayor, sin tener todavía los recursos necesarios para superarlas con éxito.
De acuerdo con el estudio de un grupo de científicos de la Universidad de Michigan Ann Arbor, una tercera parte de los adolescentes experimentan un estrés motivado por “las enormes expectativas de sus padres y la sociedad” y dos tercios experimentan síntomas de estrés al menos una vez a la semana. Es muy importante saber reconocer los síntomas de estrés en los hijos adolescentes a tiempo, para que no se convierta en un problema mayor. Convivir y gestionar el estrés forma parte de la vida de cualquier adulto, pero un adolescente que todavía carece de la capacidad de vencer su estrés corre el riesgo de sufrir depresión, ansiedad u otro trastorno o de intentar paliarlo con métodos peligroso como las drogas o el alcohol.
Motivos de estrés en los adolescentes
Por muy seguros de sí mismos que aparenten ser, los adolescentes se mueven muchas veces en un mar de dudas e inseguridades. Las exigencias y fracasos académicos, los pensamientos negativos sobre ellos mismos, los cambios en su cuerpo, problemas con compañeros de colegio, problemas de pareja de sus padres, la muerte de un ser querido o de una mascota, una mudanza o cambio de escuela, la realización de demasiadas actividades, problemas económicos en la familia, pueden ser algunos de los factores desencadenantes del estrés.
Cómo reconocer el estrés adolescente
No debemos esperar a que nuestros hijos expresen que están estresados, porque probablemente ni ellos mismos sepan qué les pasa. Por este motivo, debemos estar atentos ante la presencia de algunos de los siguientes síntomas del estrés: agotamiento y cansancio crónico, sensación de malestar, excesiva autocrítica, sensación de persecución, cinismo, irritabilidad y negatividad, brotes de furia por motivos aparentemente triviales, enfado cuando les exigimos algo, insomnio o dificultad respiratoria, entre otros.
Cómo ayudar a un adolescente estresado
Lo primero es ayudarle a reconocer que necesita ayuda, nada sencillo en el caso de los adolescentes que suelen pensar que son autosuficientes y saben más que los adultos. Es muy importante que comprendan que respetamos sus motivos de estrés y queremos ayudarlos a superarlo. Y que, además, tenemos la completa confianza en su capacidad de hacer justamente eso. Es importante hacerles ver que el estrés es un problema de mayores y que todos tenemos que aprender a resolver momentos de enorme estrés durante nuestras vidas. Reconocer el estrés es el primer paso para superarlo. Y aprender a superar el estrés supone una lección que les ayudará durante toda la vida.
Algunas ideas para empezar son:
- Intentar ayudarles a identificar la causa de su estrés y hablar sobre cómo aliviar la situación: si se sienten abrumados por sus deberes, les ayudaremos a ordenar su trabajo y hacer un buen plan o buscar otro tipo de ayuda como, por ejemplo, clases particulares. Es importante ayudarles a fijar objetivos realistas para disminuir la presión y si tienen problemas en el colegio hacerles saber que los ayudaremos a buscar una solución.
- Una forma de combatir el estrés es a través de la diversión: buscar alguna actividad familiar de ocio, como ir al cine o mirar un partido de futbol; es decir, cualquier cosa que les parezca entretenida y lo ayude a olvidar durante un instante sus problemas, resultará seguramente muy positivo y gratificante.
- Aprender juntos maneras de combatir el estrés: existen muchísimos recursos en internet con consejos, ejercicios. SI es preciso se puede buscar la ayuda de un experto, pero no sin antes intentar recabar información y datos juntos.
- El deporte es una magnífica manera de luchar contra el estrés: Tal vez podamos sugerirle que vaya a un gimnasio, que participe de algún deporte, o bien realizar alguna actividad deportiva familiar. La actividad física suele resultar muy positiva en estos casos.
Fuente: Revista Colegio