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7 junio, 2018

La esclerosis múltiple es una enfermedad neurológica crónica, de naturaleza autoinmune, que afecta al sistema nervioso central, es decir, al cerebro, el tronco cerebral y la médula espinal. Es la consecuencia de la lesión de la mielina (sustancia que recubre las fibras nerviosas) en diferentes momentos y en múltiples localizaciones. Esto hace más lento el cerebro o bloquea los mensajes entre éste y el cuerpo.

Se trata de una patología considerada multifactorial ya que, sobre una predisposición genética (no hereditaria), actúan diferentes factores ambientales. Hay componentes conocidos como el efecto de la vitamina D, el hábito de fumar, la relación de distancia respecto al eje del ecuador y probablemente otros que no conocemos aún, que en personas susceptibles genéticamente activarían la enfermedad.

Hoy en día, la esclerosis múltiple se ubica como la segunda causa de discapacidad neurológica en adultos jóvenes después de las lesiones traumáticas de cerebro y médula espinal por accidentes de tránsito. Su diagnóstico suele darse entre los 20 y 35 años, siendo más frecuente en mujeres (relación 3 a 1 respecto a hombres).

Sus síntomas dependen del área del cerebro o de la médula que se hayan visto afectados. Cada caso es único y por esto en el mundo se la comenzó a llamar “la enfermedad de las mil caras”. En algunos pacientes aparecen y desaparecen en forma de brotes, y en otros se dan en forma progresiva. Dependiendo de qué tan avanzada esté, los síntomas pueden ser:

  • Pérdida de la fuerza muscular y destreza.
  • Pérdida de la visión generalmente de un ojo en forma rápida y con dolor al movilizarlo.
  • Visión doble.
  • Adormecimiento u hormigueo en alguna parte del cuerpo.
  • Problemas en el equilibrio.
  • Fatiga o cansancio.
  • Problemas de memoria y concentración.
  • Rigidez y dolores en el cuerpo.
  • Trastornos urinarios y sexuales.

El diagnóstico de la esclerosis múltiple es complejo y el papel del neurólogo especialista es clave. Consiste en demostrar que se han producido dos o más brotes en diferentes localizaciones (diseminación en espacio) y en diferentes momentos (diseminación en tiempo). Para esto, se combinan evidencia clínica de imagen y de laboratorio.

Si bien actualmente no existe una cura definitiva, hay que tener en cuenta dos pilares fundamentales para su tratamiento: el farmacológico y la neurorehabilitación. En los últimos años hubo un cambio sustancial en la evolución de la enfermedad gracias a la aparición de nuevos fármacos que consiguen modificarla. Existen 12 drogas para el tratamiento de los brotes-remisiones, todas disponibles en la Argentina.

 

En cuanto a la neurorehabilitación de la esclerosis múltiple, es de vital importancia la realización de un trabajo profesional conjunto entre disciplinas. Se necesita conocimiento de los aspectos clínicos particulares de cada caso, identificando las limitaciones que ocasiona, relevando las expectativas y las necesidades de la persona, enfatizando la inclusión en las redes de apoyo familiar, comunitario y laboral.

Hay que tener en cuenta que las necesidades de los pacientes han cambiado en los últimos años: hoy son partícipes en la planificación de su futuro procurando disminuir las limitaciones que le ocasiona la enfermedad en la vida diaria y las restricciones en su participación social, sabiendo que se puede tener una buena evolución y calidad de vida si se tiene el diagnóstico precoz de la esclerosis múltiple.

Fuente: Consenso Salud

gabriel

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5 febrero, 2018

Un grupo de investigadores estadounidenses desarrolló un “marcapasos cerebral” que ayuda a las personas con Alzheimer. Una vez implantado, el aparato estimula constantemente una parte del cerebro del paciente y logra así mejorar sus capacidades cognitivas y funcionales en la vida cotidiana.

Tenemos muchas herramientas y tratamientos farmacéuticos para ayudarlos con su memoria, pero nada que los ayude a mejorar su toma de decisiones o aumentar su capacidad para centrar la atención y evitar distracciones”, señaló Douglas Scharre, profesor de la Universidad Estatal de Ohio y coautor del estudio publicado en la revista científica Journal of Alzheimer’s Disease. El médico destacó que estas aptitudes son necesarias para realizar las tareas diarias, como hacer la cama, elegir qué comer y mantener una conversación fluida con amigos y familiares.

El implante de dispositivos para la estimulación cerebral profunda es similar al de un marcapasos cardíaco, excepto que los cables del marcapasos se implantan en el cerebro en lugar del corazón. Por primera vez, se implantaron cables eléctricos delgados en los lóbulos frontales de los cerebros de pacientes con Alzheimer para determinar si el uso de un “marcapasos cerebral” podría ser útil en este sentido.

Los lóbulos frontales son responsables de la capacidad para resolver problemas, organizar y planificar y hacer buenos juicios, entre otras. “Al estimular esta región del cerebro, las capacidades funcionales cognitivas de enfermos de Alzheimer con ‘marcapasos cerebral’ disminuyeron más lentamente que las de los pacientes sin la estimulación”, señaló Scharre.

Así, este estudio piloto descubrió que la estimulación cerebral profunda dirigida a las regiones cerebrales frontales puede volver más lenta la disminución del rendimiento general que se observa típicamente en las personas con Alzheimer leve o en estadio temprano.

Una tecnología similar a la del “marcapasos cerebral” se ya se utilizó con éxito para tratar a más de 135.000 pacientes en todo el mundo con mal de Parkinson.

Fuente: Revista Consenso

gabriel

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