Cómo llevar una buena calidad de vida en pacientes con Parkinson
Cada 11 de abril, desde 1997, la Organización Mundial de la Salud conmemora el Día Mundial del Parkinson. Se trata de un trastorno neurológico degenerativo que afecta más del 1% de la población mayor de 65 años, solo en la Argentina, de acuerdo con datos del Ministerio de Salud de la Nación. Aunque es poco frecuente, también puede afectar a personas menores de 40 años. Entre el 25 y el 50% de los pacientes requiere de ayuda para vivir el día a día.
La enfermedad de Parkinson se produce cuando las células que generan dopamina dejan de funcionar de manera prematura. La dopamina es uno de los principales transmisores químicos del cerebro que posibilita la comunicación de las neuronas entre sí, permitiendo la coordinación de los movimientos finos de los músculos. Por esta razón, la característica principal de esta enfermedad es la pérdida progresiva y gradual del control de los movimientos.
Si bien uno de los síntomas más característicos y conocidos es el temblor, el Parkinson presenta una multiplicidad de síntomas, como lentitud de movimientos, rigidez en los brazos, piernas o torso y problemas de equilibrio o inestabilidad postural. Los pacientes también pueden tener pérdida de expresividad facial, caligrafía muy pequeña o un volumen de voz muy bajo.
La enfermedad de Parkinson aún no tiene cura. Como se trata de una enfermedad crónica y progresiva, los síntomas se agravan y afectan la vida cotidiana de los pacientes, que deberán depender de otras personas para realizar ciertas actividades cotidianas. Adaptar algunas rutinas puede brindar más seguridad a los pacientes y su entorno.
Algunos consejos:
- Consumir fibras para evitar el estreñimiento producido por la medicación.
- Instalar pasamanos en el baño para mayor estabilidad.
- Usar más remeras y elegir pantalones con elástico. Los botones o cierres pueden ocasionar dificultades a la hora de vestirse
- Descansar la voz luego de hablar un largo rato.
- Usar zapatos de taco bajo para una mejor estabilidad y optar por calzado con velcro en lugar de cordones.
- Llevar adelante una rutina de ejercicios con el asesoramiento de un terapista ocupacional para tratar las dificultades de movilidad y desplazamiento.
- Tratar de llevar una vida social activa. Esto mejora el ánimo y colaborar para afrontar mejor la enfermedad.