Son Bomberos y paramédicos: siempre al servicio del prójimo

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Hace 134 años, el 2 de junio de 1884, se creó la primera Sociedad de Bomberos Voluntarios de la República. En aquellos años, las construcciones solían ser de madera y zinc, dos materiales altamente peligrosos. Concientes de que era necesario estar prevenidos para afrontar cualquier eventualidad, algunas personas solidarias decidieron fundar la “Sociedad Pompieri Voluntari della Boca”. En este barrio porteño comenzó todo y poco a poco se fueron sumando nuevas sociedades, hasta llegar a las más de 650 Asociaciones de Bomberos Voluntarios que hoy pueblan el país.

Leonardo siempre quiso ser bombero, pero recién se animó cuando estaba cerca de los 30, en el año 2011. “Me formé en el cuartel de Merlo; luego pasé al cuartel central en San Antonio de Padua y hoy estoy en el cuartel central de Marcos Paz”, enumera.  La historia de Daniel empezó mucho antes: entró al cuartel de Hurlingham a los 15 años, casi 40 años atrás.

¿Qué es lo que más valoran de ser bomberos voluntarios?

Leonardo: El compañerismo y la familia que se forma en el cuartel, donde todo se hace en equipo y sin esperar nada a cambio. Cuando alguien necesita ayuda, siempre hay otra persona para tenderle una mano.

Daniel: Llegar a tiempo y un exitoso final en cualquier intervención es lo que más valoro. Y el apoyo incondicional de la familia, porque los servicios nos quitan muchas veces tiempo que no compartimos con ellos.

Ayudar a quien está atravesando un mal momento parece ser el punto en común entre ser bombero y ser paramédico de Acudir. Siempre listos, como los boy scouts. “Todo lo que aprendí en mi formación como bombero – en traumas, accidentes, rescates -, me  sirvió para comprender más fácilmente el trabajo en la ambulancia. A su vez, todas las capacitaciones que recibí en Acudir,  me ayudaron a mejorar tanto en la empresa como en mi trabajo en el cuartel en todo lo relacionado con asistencia a las víctimas, por ejemplo”, cuenta Leonardo.

Son voluntarios, extinguen incendios, rescatan y salvan vidas, entre muchísimas otras tareas por las que no reciben ningún tipo de remuneración. Y tampoco la esperan. “Yo jamás lo haría por un sueldo y todos los bomberos que conozco piensan igual”, asegura Leonardo. “El agradecimiento y el saber que ayudaste a alguien es suficiente”, completa Daniel.  Y Leonardo asiente: “El mejor pago es el agradecimiento de la gente; cuando te saludan o te aplauden en un desfile, a veces, me emociono hasta las lágrimas.”

 

      

 

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